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LA CHANDELEUR ( 2 de febrero )

La Chandeleur

El 2 de febrero es algo así como el Día de la crepe, más conocido en Francia como La Chandeleur, una excusa genial para hincharse a comer estos soles de harina.

El crepe es el orgullo culinario francés (uno de tantos). Su pizza, ese plato que han exportado y que es, aparentemente, sencillo, pero que, precisamente, en su sencillez está la belleza, su buen sabor y su complicación. Porque no es tan sencillo como parece hacer una buena crepe. Desde su masa, a saber darle forma redondeada y, sobre todo, saltarla o darle la vuelta bien. Y aunque admite de todo, dulce o salado, en la combinación de esos ingredientes está la clave.

¿QUÉ ES LA CHANDELEUR?

Los orígenes de esta fiesta se remontan a tradiciones paganas, a un rito de fertilidad. 40 días después de Navidad se celebraba la fertilidad de las tierras por el principio del fin del invierno y se paseaban por las calles con antorchas. En el siglo V, el papa Gelasio I lo convirtió en una fiesta católica, que celebraba también el día en el que Jesús fue presentado en el templo, por lo que la celebración cambió las antorchas por velas con un destino final: la iglesia.

Un día de compartir, aprender y disfrutar.

La Chandeleur

El 2 de febrero es algo así como el Día de la crepe, más conocido en Francia como La Chandeleur, una excusa genial para hincharse a comer estos soles de harina.

El crepe es el orgullo culinario francés (uno de tantos). Su pizza, ese plato que han exportado y que es, aparentemente, sencillo, pero que, precisamente, en su sencillez está la belleza, su buen sabor y su complicación. Porque no es tan sencillo como parece hacer una buena crepe. Desde su masa, a saber darle forma redondeada y, sobre todo, saltarla o darle la vuelta bien. Y aunque admite de todo, dulce o salado, en la combinación de esos ingredientes está la clave.

¿QUÉ ES LA CHANDELEUR?

Los orígenes de esta fiesta se remontan a tradiciones paganas, a un rito de fertilidad. 40 días después de Navidad se celebraba la fertilidad de las tierras por el principio del fin del invierno y se paseaban por las calles con antorchas. En el siglo V, el papa Gelasio I lo convirtió en una fiesta católica, que celebraba también el día en el que Jesús fue presentado en el templo, por lo que la celebración cambió las antorchas por velas con un destino final: la iglesia.

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